jose-martinezperez

Entre estas líneas, se encuentran los relatos de un espectador pasivo, que contemplaba la vida y disfrutaba sus sorpresas; probablemente una vida como la de tantos, pero particular en el sentido en la que él la dirigió. A través de esta obra, lleva sus relatos como un viento caprichoso que se dirige de un lado a otro, que sin premeditación encuentra las palabras precisas para confiarnos toda una vida se sueños y alegrías, de penas y sacrificios.

Esta es una vida que ha disfruta­do, sencilla y plena; y el afán de com­partirla: ha creado este pequeño recuer­do, recuerdo que permanecerá en el palpitar de nuestro tiempo.

En San Antonio Texas, en el Semanario “El Vacilón”, que se publica­ba cada Jueves, existían dos bandos: La Moda y La Moral, yo encabeza­ba al Bando de la Moral, y luché de compromiso con él. Natividad R. Marín me escribió, en 1925:

Dime José que tu jamás novia buscas,

O dime por qué te asustas háblame con la verdad.

Por que es una necedad que luches contra la moda.

Por que ésta no la enloda antes las hace más bellas

Yo por eso voy tras de ellas Cuando se traslucen todas.

Entonces le contesté:

Dime tu que nada sabes y que casi nada entiendes

Cual es el bien que pretendes para que tanto te alabes.

Tal ves de viejo te acabes sin llegar a comprender

Que si ves alguna mujer con vestido transparente

Procura verle la frente que tu hermana puede ser.

LA LABOR DE DON GABRIEL CERDA

Un día lunes del mes de febrero, de 1918, andaba la cuadrilla cosechando la labor de Don Gabriel Cerda en el potrero de Santiago, y como Don Gabriel era hombre que vivía con su familia en el casco de la Hacienda, y a expensas de los patrones; Felicitas González, juez de acordada en ese tiempo, quiso quedar bien. Como a las nueve de la mañana le dijo a Chema Luna, que era él, que lo acompañara: voy a almorzar, no dejes entrar a nadie a pepenar hasta que termine la labor, y como eran muchas las pobres gentes que iban a pepenar, al oír lo dicho por Felicitas, Se comenzaron a retirar porque la labor no se terminaba ese día. Entonces dos hombres de San Juan Sin Agua se le arrimaron a él Chema Luna y le dice: ¿Cómo le hacemos, Chema para un nixtamalito, ya vemos que no dejan pepenar? y les dice Chema: Arrímensele a la cuadrilla, que les den un maicito y se van, y le dicen ellos: mejor déjanos pepenar, porque eso te compromete mucho. Y les dice Chema: Me río del agua, arrímensele. y donde dijo: arrímensele, también unos pepenadores del Llano se arrimaron Y unas mujeres de Ario de Santa Mónica se arrimaron, Y entre ella, Julia Gallo y Maria Hilarío.

Buen apilito de mazorcas les echaron los cosechadores, Y estaban levantándolas cuando van llegando Felicitas y el Patrón, que en ese tiempo era Don Jorge Dávalos. Felicitas lo había encontrado a medio camino y como el se había devuelto Cuando Felicitas vio tal cosa, con voz alterada le dijo a Chema Luna: No te dije que no dejaras entrar a nadie a pepenar. No andan pepenando le dice Chema, ese maicito yo se los di y yo lo pago cuando se coseche mi labor. Y Don Jorge, creyendo que Felicitas dominaba a Chema, no intervino y Felicitas, tratando de quedar bien con el Patrón, le dijo: ese maíz va a la carreta. No va dijo Chema yo no estoy pintado en la pared. Ese maíz va a la carreta porque yo lo ordeno -dijo Felicitas- soy el que manda, eso fue el colmo para Chema, no aguanto ya más; puso mano en las armas y encañóno a Felicitas Diciéndole: conque ese maíz va a la carreta, Felicitas? Le dice Chema: Respóndeme, o mete mano a las armas, cobarde, mataste a Melquiades Herrera agarrandolo indefenso, tú con pistola y él sin nada. y por tan linda acción te subiste a las nubes, y en lugar de ir a la cárcel te la dieron de juez de acordada. Contesta algo, cobarde, entonces saco. la pistola Chema y le aventó la carabina Felicitas diciéndole: Ahí esta tu arma, dásela al que le agrade el trabajo de lambiscón, yo no soy lambiche. Entonces intervino Don Jorge, llamandolos a la paz y dandole la razón a Chema, y logró poner todo en orden.

Los hombres de San Juan se dieron cuenta de todo, se llevaron el maíz y cuatro meses después mataron a Felicitas a un lado del puente de a la, cerca de la puerta de los gatos, en el año de 1918. Entonces Don Jorge los llamó a la paz y los hizo seguir siendo amigos, pero José María Luna se negó a seguir en la acordada. Y tanto los cosechadores como los pepenadores estaban fríos de temor, rogando a Dios que la contienda quedara a favor de Felicitos. Pero al triunfar Chema, hasta los cosechadores se alegraron, por que sabe Dios que cargo les hubiera hecho por haberles tirado el maíz, sin haber tenido ellos la culpa. Lo mismo se regocijaron los pepenadores, porque al momento se dieron prisa en levantar hasta la ultima mazorca y se fueron, pasándole a Felicitas por un lado, que estaba tirando puñales por los ojos. Guadalupe Tijero que era el que acompañaba a Felicitos en la acor-dada, quedó herido de muerte en aquel incidente y al mes murió en su casa, sin que los patrones le prestaban servicio médico y lo dejaron morir, no fueron buenos para llevarlo al hospital a Zamora. Y por tacañería de los patrones, y no tan solo esa victima se cuenta, puedo hacer más señalamientos.

Hoy que ya nadie queda de los que esto presenciamos , me dispongo a hacer la narración, para que sirva este documento a quien guste a fondo describirlo. Y si digo que presenciamos, es que yo era un sembradorcito, tenía 9 años y le andaba sembrando a Pedro Bermúdez, que por cierto amanso a un buey que le puso por nombre El Zarco, que por mucho tiempo descolló entre los bueyes buenos de la hacienda de El Llano.

               ALGO SOBRE EL LLANO

Una tarde del Mes de abril de 1911, llegaron al Llano con un hombre en cuerda, procedente de la Magdalena, Mich., Era un hombre joven, alto, delgado, color blanco y bien parecido, como de 28 años. Al entregarlo a las autoridades que en ese tiempo eran Don Petronilo Gil y Don Chema Zendejas; hombre a quien más tarde mataron en el Platanal, Mich. En ese tiempo iba pasando el capellán de la Iglesia, El Padre Laureano Reynosa, se detuvo y ofreció confesión al preso, que con mucho gusto acepto.

Después de confesarlo el santo Padre, fue rápidamente a traer al patrón, quien pregunto al preso el porqué de su venida en cuerda. Y dijo el preso: El mayordomo me dio una labor para sembrar, llena de huisache; yo la cultive, pero nomás ese año la sembré al siguiente año me la quito el mayordomo para sembrarla él. Y yo muy lastimado, le hice presente a un hijo de él, la injusticia tan grande que su padre había cometido conmigo. Y este es el resultado entonces el Patrón, delante del Sacerdote dijo: Quiero ver el oficio que acompaña a esta orden de arresto, Donde esta? Y dijeron los que lo habían llevado, que no traían oficio ninguno, que venían obedeciendo ordenes del patrón de La Magdalena, Mich. , Entonces dijo el patrón de El Llano mas o menos lo siguiente: Vallan díganle a su Patrón, que si tiene mucho interés en que este hombre vaya en cuerda, que venga por él, pero que traiga de este hombre la comprobación de cuántos males haya hecho, por si no la trae , él es el que va en cuerda por criminoso, porque también aquí hay autoridad y justicia. Y váyanse antes que la maldad del Patrón los alcance a ustedes.

Luego después de socorrer al preso, le dijo: – Estas libre, vete para donde quieras, menos para tu tierra porque te perjudicas. – y respondio el preso recalcando sus palabras: – No me voy para parte alguna, quiero quedarme aquí, si usted me da trabajo para mantener a mis padres que están entrados en edad. Por eso no me he casado. Con mucho gusto -dijo el Patrón-, Mañana irán con un carro de mulas a traer a tus padres.

Ese fue Fortiño Zúñiga, hijo de Don Eusebio Zúñiga, que le dieron el puesto del lado de las Cruces para que lo cuidara; que por cierto, hasta hoy se le nombra: el puesto de Don Eusebio. El impulsor de esta obra de caridad, fue el muy ilustre y distinguido Padre Capellán en ese tiempo, Don Laureano Reynosa, y el patrón que la llevo a cabo, fue el muy honrado, digno de todo honor y todo aprecio, que tal vez, delante de Dios, sea la mayor gloria que tenga Don Diego Dávalos. Él fue quién hizo este beneficio. Don Diego era muy querido en El Llano, siempre intervenía para hacer el bien, dejando de manifiesto: Que los Señores” Dávalos eran ajenos a las fechorías de sus malos mandatarios.

La buena acción que acabo de narrar, tal vez no sea. Conocida mas que por la feliz memoria que el santo cielo me dio; pero que El Señor la tiene escrita en el libro de la vida.

En El Llano, teníamos la calamidad de cuatro lambiches insoportables. Ellos eran: El mayordomo, el Juez de Acordada, el Capitán de Campo y él más nefasto de ellos: el Velador. Estos hombres por tener el apoyo del Patrón, a la gente la miraban de malísima manera. Adonde se arrimaban, llegaban con cara de pocos ,amigos, con actitud domi­ nante y voz de mando. En unos Apuntes históricos (de mi propiedad) que el señor Don Isaac Gallegos publicó en uno de sus libritos, allí señalo los mayordomos que hubo en El Llano, en tiempo de los señores Dávalos. Pues de todos los Mayordomos, no hubo uno que no abusara de su mando. Muy adictos al rico y muy en contra del pobre.

¿Quiénes estaban muy a gusto? Los lambiches, los que barbeaban al Patrón o al Mayordomo.

En cada potrero tenían fanegas de sembradura y no se las quitaban nunca. Hubo labores que llevaran el hombre de ellos. y si de casualidad se le hacia a un pobre sembrar una labor, si se le pegaba, al siguiente tiempo de ser sembrada, ya no la sembraba él, sino uno de los allegados, o el mismo mayordomo Los Jueces de Acordada, que también en los apuntes de marras deje anotados, apuntes que con mi autorización, esta publicando la muy ilustre y simpática caseta Zamorana, órgano mensual que circula bajo la dirección del muy distinquido Señor Don Antonio Servín González. Pues en esos Jueces de Acordada que allí anoto, tampoco hubo uno que no fuera brutal, insolente y aprovechado, Tan carente de valor, como sobrado de cobardía. Y digo esto que nos toco ver el caso siguiente: A Felicitas González, Juez de Acordada, A Chema Ochoa y a Jesús Turriaga que lo acompañaban fueron desarmados, En la entrada de El Llano, frente a la vía, había un portón que le decían “El Portón de Apolonio”, por ser Don Apolonio Hilarío el que lo cuidaba. Allí fueron desarmados los tres. Los muchachos Munguía, (que así les decían a José y a Lupe Munguía) Los dos hermanos vinieron y les dijeron. Somos los Munguía de Chavinda, dennos las armas. y al solo nombre de los Munguía, se pusieron a temblar, no pusieron resistencia. Les dieron las armas. Luego, luego fueron los tres con Ignacio Gutiérrez, que hace poco murió y con quien comentábamos este asunto seguidas veces. Llegaron diciéndole: Los Munguía se llevaron nuestras armas, Leopoldo Maciel anda con ellos y es primo hermano tuyo, anda haber si él las puede conseguir. Entonces Ignacio Gutiérrez les hizo el favor fue a Chavinda Entonces Chema Luna, hombre de valor y cuñado de Ignacio, le dijo: – Vamos yo voy contigo.

Más luego, don Ramón Plancarte les dijo:Los muchachos Munguía me conocen, déjenme acompañarlos.fueron y trajeron las armas.Entrevistaron a Leopoldo Maciel y Leopoldo consiguio su devolucion. Fue de la manera que los señores de la Acordada de El Llano, volvieron a ver las armas en sus manos.

Los dos hermanos, José y Lupe, sobresaltaron en Chavinda, después de matar a los hermanos Romero, a Don Ramón y Don Pancho, que eran los valientes de Chavinda.

Más tarde Urbano Ruiz y Leopoldo Maciel se fueron para el norte y que Pancho Ceja mató a José Cortés “El Mole” – Pancho de Santiago Tangamandapio -. Entonces Lupe Munguía se fue con Inés Chávez García , que ruego, luego se dio de jefe de su Estado Mayor. Según lo contaba Martín López de Numaran, Mich. Que también anduvo con Chávez y le tocó ver cuando murió Lupe Munguía en el centro de la sierra, en Cheran, Mich. , y ya estando solo José Munguía la acordada de Guaracha, lo paso por las armas.

Y volviendo a lo que íbamos comentando, tenemos al frente al Capitán de Campo. Este era un hombre cruel nos daba unas tareas pesadísimas, para todo el día y la tarea que no estaba a su gusto, no la pagaba. Así es que los tres o cuatro reales que pagaban se ganaban con mucho sacrificio.

Pero llegaba uno a la cerca que en ese entonces rodeaba la Escuela, que era el lugar donde se esperaba al señor Mayordomo para ver a donde lo mandaba a trabajar. pero muchas veces llegaba diciendo:

Tú y tú, a tal parte, y es todo. Y ya se iba uno triste para su casa. Y ni para donde irse uno, en todas partes era igual y quien sabe si ahí habíamos estado mejor, porque el Colegio de Jesuitas que ahí se en contraba, a la hora del medio día. le daba de comer a todo el rancho. Ese beneficio hacían los jesuitas. A la entrada del Colegio había un portalón grande, que lo nombraban el Recibidor.

Pues dicho recibidor se llenaba de gente del rancho y hubo veces que alqún caminante se detuviera para después de comer a proseguir su camino. Esta gran obra hizo el Colegio durante diez años. Desde el 1904 que fue su llegada, hasta el 1914 que fue su despedida. Un Sacerdote muy ilustre, que jamás supe su nombre, tan solo su apelativo, que hacia dos años había dado unas misiones en el Rancho de Miraflores. propiedad de los señores Dávalos, el muy preciado Sacerdote de quien estoy hablando, se presento después del Rosario para hablarnos de Dios y su santo amor por la ley humana. Y después de su bendita operación, dijo en tono grave, mas o menos lo siguiente: Soy portador de triste nueva: El Padre González, Capellán que nos rige, me ha dado la honorable distinción, para que en nombre del Colegio Jesuita les diga adiós, mañana nos vamos. No pudo proseguir, el llanto de la gente se lo impidió cuando la calma se restableció, dijo llorando el buen hombre: Nosotros nos vamos, pero se queda con ustedes El Altísimo y su gran misericordia porque no solo de pan vivirá el hombre.

Estas palabras lapidarias son del Padre Tinajero que dios bendiga!

Ahora vamos con el mas terrible de ellos, con el señor Velador. La misión de este nefasto era trajinar los potreros y por la noche rendirle cuentas al Patrón de lo había observado. Varias personas iban en cuerda por sus malas imputaciones. A raíz de haber sido enviado a cuerda, Jesús Torres, hijo de Don Antonio Torres, familia que se encuentra en Ario de Rayón Mich. Jesús Torres fue en cuerda por haberse asomado a un portal donde trabajaba su novia de criada, Jesús tenía 24 años de edad.

Ella era una muchacha huérfana que vivía recogida con uno de sus hermanos casados, con Epitacio Núñez, Se llamaba Petronila Núñez, tenia 19 años.

Enseguida lo tocó el mal asunto a Nacho López. Andaba arando una labor en el potrero de abajo, a un lado de la presa grande. y quien sabe donde tomó dos elotes y los asó a la hora de comer. Al poco rato paso el velador, levantó los alotes y se los llevo al patrón que en ese tiempo ere Don Germán Rico. Al momento fueron y los trajeron. En la plaza lo detuvieron, repicaron las campanas de la iglesia y la gente se juntó y vio el cuerpo del delito: dos olotes, y por tal delito fue llevado en cuerda. Tenía 30 años de edad.

Más tarde, ese mismo velador, mató a Ezequiel García, hijo de Don Remigio García; desde su casa le hizo blanco de lejos. Cuando Ezequiel fue muerto, caminaba con quien tiempo después fuera el bienechor de El Llano Don Refugio Ríos Castro. El velador estuvo preso, nada mas el tiempo que el Patrón necesita para correr a los dolientes de El Llano. Estas malas acciones fueron hechas por Don Pedro Solís, que toda su vida fue velador.

EL DIENTE DE ORO

Llego a El Llano un hombre muy valiente que frisaba de los treinta años. Era blanco, bien parecido, alto y bien formado, traía un diente de oro y era por ley que le decían El Diente de oro. Se llamaba Francisco Ramírez y fue. llegando ahí con un hermano de él llamado Adolfo Ramírez que por ser muy de a caballo, se la dieron luego, luego de sirviente andaba siempre acompañando al Caporal. Venían de Cumato, Mich. , y lo que se supo, que causo su descompostura, es lo siguiente:

Que un domingo, andando en San Gregorio en las carreras, alguien le dijo a Pancho que una hermana suya iba para cierto lugar acompañadita y que no iba sola, que la acompañaba otra mujer amiga de ella. y que también llevaba gallo. Entonces Pancho, sin darle a saber nada a su cuñado, que allí andaba, le dijo que le esperara allí, que no se tardaba.

Entonces Pancho se fue solo a buscarlos para donde el otro le indico, Dio con ellos y a los dos mato y a las mujeres les dio una buena cuereada. Y según eso, fue la causa por lo que fue a dar al Llano con su hermano. Como a los ocho días de haber llegado los Ramírez al Llano, sucedió esto: Que mi señor padre, que en paz descanse, le pidió a Jesús González Pantoja un fonógrafo que había traído del Norte, que para tocar un ratito en la casa. y como ellos la llevaban bien, pues mismo Jesús fue con su musiquita a tocar. Nadie bailaba porque nadie sabia. Los vecinos allí estaban con una admiración grande. Ya se había entrado el sol cuando va llegando Librado Ochoa diciendo en alta voz: Que santo es el que se esta celebrando aquí?

Nada de eso Librado, le dice mi padre, estamos oyendo la musiquita con los vecinos yeso es todo. Entonces, dice Librado, con voz más fuerte: A que viene este escándalo! Entonces se para El Diente de oro y le dice a Librado ¿Cómo se llama usted? Librado Ochoa, auxiliar de este lugar. Responde Librado. Entonces le dijo Pancho: Dispénseme, confieso haberme equivocado, lo creía mas hombre, pero veo es solo un payaso, y si quiere que esto se lo diga en otro lado, para pronto es tarde.

Inmediatamente reconoció Librado con quien hablaba. Se doblego y acabo por permitir aquella fiestecita. Ocho días después, Cenobio Torres le bautizaba a Don Pedro Ruiz ( otro de los valientes. y como fuera invitado el Diente de oro, estaban comenzando el festejo cuando llega Librado Ochoa diciéndole al casero: Aquí esta ésta botella de vino para que se la tome con sus amigos, separándome yo al momento para no causar mal a nadie con mi presencia. Entonces se alzo Pancho Ramírez y le dijo a Librado así: Usted no causa mal a nadie con su presencia, y menos a mi, porque a mi me gusta ver a los hijos de un tal tigres, cara a cara. Inmediatamente se llevaron a Librado los amigos. Pero cuentan que donde Pancho los alcanzo, tuvieron que hincársele a Pancho para que no matara a Librado. Este hombre tan finísima persona y tan valiente, no duro en el Llano. El Coronel de la Vega vino por él, se la dio de Capitán Primero y se lo llevo. Y ya siendo Capitán, iba seguido al Llano.

Era muy amistoso, pues en una de esas idas, encontró al Capitán Adame que venia con Mateo Lara. Lo traía amarrado lo encontró la mitad del camino entre Ario y el Llano. Pancho lo detuvo diciéndole que si traía oficio, respetaría el oficio, pero que si no lo traía, ahí lo tenia que soltar porque ello conocía. No traía oficio, se lo quito casi a fuerzas y se devolvió con él. A poco se movio el coronel Zamora no se volvió a saber del diente de oro.

Y volviendo al asunto del avío, que es el que preocupa, diremos dos palabras sobre un individuo muy joven que cayo al Llano, oriundo de la ciénega, que la daba de valiente. A dicho individuo, Jesús Turriaga le había dado amparo y vivía en su casa, y también andaba en el avío de yuntero. Se llamaba Dolores Villanueva. Jesús Turriaga que era muy ligero, le agradaba darles ventaja cuando corrían, para ir haciendo pasadero y entrar a la remuda primero que nadie. pues ese día que ama­ neció el avio de Miraflores en el Llano, al medio día. al llegar la remuda, se formaron todos para correr al agarradero y Lolo Reyes, del avío de Miraflores, la ventaja que agarro, esa saco y agarro un buey muy bueno que le decían el mariposo. Pues ese forastero que la daba de valiente, le quito el pañito que Lolo le había amarrado en la cola y se llevo el buey. Cuando Lolo fue a reclamárselo le salió con palabras fuera de orden y Lolo se retiro dejándole el buey. Y como ya estaban ahí los corderos, se dispusieron a comer los dos avios. Empezaban a comer cuando Rafael Monares le dijo a Lolo que por que se había dejado quitar el Mariposo. y Lolo le respondió diciéndole que los bueyes eran de la Hacienda, que el no iba a pelear bueyes. Entonces Porfirio Reyes, hermano de Lolo le pregunta a Monares que como había estado aquello, y Monares le aclaro el asunto. Porfirio era blanco, pues se puso amarillo. Ya no comió, Envolvió sus tortillas, las echo a su morral y se paro. Se fue directamente y le dijo al individuo: ¿Me suelta el Mariposo? Y respondió Villanueva diciéndole: Suéltelo, ahí esta si lo quiere.

Entonces Porfirio soltó el buey, uno de los bueyes de su yunta le pego, unciendo el Mariposo. Luego fue y le dijo al Villanueva lo que era menester decirle. Cuando lo creyó oportuno, Turriaga le dijo: – Ya esta bueno Porfirio. y Porfirio le respondió diciéndole que no, que los dos están iguales para él. Que no se llevaban ventaja. Y a los dos invitaba a que se levantaran. Entonces Don Ramón Plancarte que era el capitán, intervino, amonestando y despidiendo al Villanueva, al que no se le volvió a ver mas en El Llano. No volvió a haber otro disgusto en el avio. Las leyes ya las sabian; dos bueyes buenos no los podian pegar, uno bueno y uno malito. Y si dos hombres le llevaban a un buey a un tiempo ninguno de los dos lo pegaba.

Ese día yo le andaba sembrando a Don Ventura Vargas, que en ese entonces estaba el hombre en la flor de su edad Y que no hacia mucho había llegado al Llano, procedente de El Zapote, rancho perteneciente a Guaracha, Mich.

Estas cosas me toco ver cuando yo era sembrador. La Hacienda sembraba cinco potreros: San Isidro, Las Cajas, El Guamúchil, El Varal y las Carretillas.

ACONTECIMIENTOS

Una noche de enero de 1913, después de haber cantado los pastores en la casa de Don Ignacio González le dice Librado Ochoa a (José Alejandre que bailara un jarabe. En otra parte ya dijimos que José Alejandre era muy bueno par a bailar jarabe, esa vez la hacia de Luzbel, y Librado quería que bailara con la Gila. Entonces intervino Melquiades Herrera diciéndole a José que él no era payaso para bailar, que él iba a cantar una canción y al que no le pareciera, nomás que dijera. Y respondió Librado diciéndole que eso mismo decía él, eso mismo. Por lo que Melquiades respondió así: Mira Librado, con este tercio no puedes y Librado le dice: Pues a ver sí acaso, y saco una pistola.

En eso se metieron los amigos y no los dejaron pelear. Ocho días después, el hombre más cobarde mataba al más valiente del rancho, a Melquiades Herrera. Lo mato Felicitas González que era muy adicto a los patrones, cobarde y malísima gente. Pero nomas hizo esa muerte y se subió a las nubes. Luego, luego, se la dieron de juez de acordada y se hizo insoportable. Cierto día, siendo ya juez de acordada, estaba sentado con don Ramón Plancarte en la plaza. Librado Ochoa estaba vendiendo cañas y las tenia recargadas en un corralito de piedra. Un muchacho chico que le decían el Chango se subió a la cerquita haciéndole platica a Librado, y en un descuido echa una caña para el lado de adentro del corralito. Entonces Felicitos le dice a Don Ramón: El chango ya le robo a Librado una caña, anda por ella. y Don Ramón fue y la trajo y se la dio a Felicitos, quien la partió en tres pedazos, dándome a mí el rabo. No tardo Felicitas en tratar de irse. Pero él tenia que pasar por un lado a Librado.

Entonces le dijo Librado: Oye Felicitos ¿Quien me va a pagar esa caña, tu o Plancarte?

Yo la pago. Le dice Felicitos.- ¿Cuánto vale?- Diez centavos. Dice Librado. Se los dio Felicitas y al tomarlos Librado, Los tiro muy lejos diciéndole: Como debes de comprender, no son los diez centavos los que cobro, si no hacer de tu conocimiento que no eres tu quien puede burlarse de mí. Felicitas se disculpo cuanto pudo y se fue pisando en altos y en bajos. Cinco años después, el 1918, aun siendo juez de acordada, lo pegado al rico y contrario al pobre, le costaba la vida. Mas ya hablare­ mos de esto. Y en cuanto a Librado que tantas pruebas de valor había dado, sufrió menoscabo al presentarse en el Llano el diente de oro. Ya trataremos también de este asunto .

y digo que había dado pruebas de valor Librado, porque viniendo de Zamora con la raya para los trabajadores de la Hacienda, en medio de Ario y el Llano, le salió un hombre de Ario, amante de lo ajeno que se llamaba Porfirio Jaramillo que por cierto, tal cosa le costo la vida. Lo mataron en la Chole.

Pues esa vez le dijo a Librado que le diera el dinero o se iba muy lejos. Y Librado le contesto: pues nos iremos los dos para que no haya sentimientos. Y el asaltante se abrió y dejó en paz a Librado.

                       BERNARDO HURTADO

Bernardo Hurtado cayo al Llano el 1919 procedente de Tanuato Mich. Era un hombre fornido, mas bien alto, que bajo, color blanco medio picadito. Activo en la brega y con algo de valor y audacia. Al llenarse las cosechas de maíz, tomo parte en la cuadrilla.

La Cuadrilla se componía de cuarenta o más hombres. Había la ley de que todos fueran parejitos, sin sobresalirse nadie. Al que no obedecía esta orden, le llamaba en la atención tenia que atender porque de otro modo era castigado. Pues ya tenia Bernardo como dos semanas trabajando, sin que se le notara capacidad ninguna. Nadie le quitaba la vista porque tenia la gracia de tirar las mazorcas muy altas y le caían muy bien en la canasta. Y no tiraba una ni dos, sino todas. Dios le dio esa admirable gracia. Solo cuando jugaba no hacia uso de tal habilidad. Había tres capitanes en la cuadrilla, uno al lado del rastrojo, otro en el centro y otro al lado del corte. Esa vez eran los capitanes: Don Jesús Ávalos al lado del rastrojo, Pascual Arevalos en el centro y Pilar Paniagua en el Corte.

A Don Jesús Avalos lo acompañaban Nicho Campos Chema Gutiérrez, Pascual Arevalos andaba en medio de José Alejandre y de Bernardo Hurtado, A Pilar Paniagua lo acompañaban Lino Aguayo y Desiderio Ochoa. Pues el día que le dio su gana a Bernardo, jugar.

Comenzó a sobresalirse hasta el punto en que tuvo que llamársele la atención. Del capitán del corte le llego el parte al capitán del centro diciéndole: Que le dijera a su asistente que no fuera picando la gente, que si quería jugar, que escogiera entre los tres, Pilar, Lino o Desiderio. Entonces Pascual le dice a Bernardo lo que mandaban decir del lado del corte. Y responde Bernardo diciendo: Dile a Pilar, que es el capitán, que me gusta él, que mejor esta que me gane uno bueno que uno malo. Que le juego con cinco pesos. Y en ese tiempo, cinco pesos era mucho dinero. Todo mundo dijo que había sido mala la elección de Bernardo, porque Pilar era de lo mejor que había en El Llano para cosechar, Nadie apostaba a Bernardo, todos iban a Pilar. Tan solo Don Trino Becerra, que andaba de aguador con su burrito, dijo: Yo voy a Bernardo, no porque lo conozca, sino porque viene de la ciénega y allá hay maíz, no como aquí.

Hechas las apuestas, dos hombres de la acordada, Chema Ochoa y Chon Cervantes, se los llevaron a otra labor para que, cuando llena­ ran las canastas, pararlos y contarles las mazorcas. y van viendo, que le gano Bernardo con siete mazorcas. Le cupo duda y le volvió a ganar. Al día siguiente, vinieron unos hombres de Ario De Rayón, con Federico González, que para echárselo a Bernardo. A Federico le gano Bernardo con una mazorca. y al siguiente día vuelven a venir con Aniceto Mares, y a Aniceto la gano Bernardo con cinco mazorcas. y ya no hubo quien le jugara a Bernardo.

                                       IGNACIO IÑIGUEZ

En tiempo de los patrones, esto es, de latifundios. No era raro ver pasar hombres en cuerda, sin escala; como tampoco en corrillera, o sea: de pueblo en pueblo. Pues un día del mes de enero de 1913, fueron llegando al Llano, dos hombres, Juan Madrigal y José Camarena, con un preso, en cuerda. Lo detuvieron frente al zaguán, a un lado de la tienda mientras lo entregaban a las autoridades que en ese tiempo eran: Don Arcadio Carlin y Don José María Céndeas, que más tarde mataron en el Platanal, lugar perteneciente a Guaracha, Mich. Pues mientras era entregado, escribió en la pared: me llamo Ignacio Iñiguez, vengo de san Gregorio, Mich. Soy inocente.

Las autoridades lo recibieron y tomaron a Don Natividad Lara y a Don Ventura Vargas para que lo llevaran A Ario De Rayón. (De Santa Mónica, antes) y los dos hombres, después de ser armados con una lanza, salieron con el preso. Pero la llegar a la puerta de la casa, lugar que cuidada Don Ramón Gutiérrez y ahí vivía con su familia. Les salió al encuentro y los detuvo para preguntar al preso si ya había comido, A lo que contesto el preso diciendo: que desde un día antes no probaba nada. Entonces Sarita Gutiérrez, hija de Don Ramón Gutiérrez, le dio al preso unas tortillas con lo que pudo dárselas. Entonces se agrupa también Don Catarino Luna y les dice: es una lastima que este hombre tan joven vaya al sacrificio. Vamos juntando unos centavitos y que se vaya. Y los encargados, que solamente esperaban ver quien tomaba la iniciativa, aceptaron la proposición. Todos cooperaron. y según lo refería Sarita, se le completaron cincuenta centavos al preso, con siete centavos que ella aporto. Se los dieron y lo dejaron en libertad, con la recomendación: que a su tierra no volviera; si no quería ser perjudicado.

Nacho Iñiguez lloro y después de darles las gracias, se fue para nunca jamás volverse a saber de el. Sarita dejo de existir en junio de 1923, siendo virgen. Juan Madrigal y José Camarena, que fueron los que trajeron al preso al Llano, Juan murió en sana paz, en tierra caliente, en Buena vista Tomatlan, Mich. , José Camarena, era de Tecomatan, Mich. , Era hombre de armas tomar. Murió de muerte violenta en el Escribano, lugar perteneciente a La Sauceda, Mich. 1918. Don Natividad Lara, Don Ventura Vargas, Don Ramón Gutiérrez y Don Catarino Luna, que llevaron acabo esta obra meritoria, todos en sana paz quedaron en El Llano.

El muy honorable señor Don Diego Dávalos, para ese tiempo ya no administraba El Llano, pues de haber estado administrando, de seguro que él hubiera sido el héroe de esa jornada. Porque Don Diego, con buenas obras escudaba su alma y al santo cielo con amor mostraba.

                         EL ADORMIDERO

En Tiempo del famoso torero, Rodolfo Gaona, que no es difícil señalar, hubo un toro ladino en la hacienda de El Llano era blanco pescuezo barcino, le decían El Adormidero muy bravo, de ojos colorados y bien encornado. Ese toro ponía en paz el rancho. Se salía del corral por la noche y esto es trajinar el Llano. No había quien anduviera en la calle en hora indispuesta por temor al Adormidero. Al lado oriente, a mitad del cuadro del rancho, había un brinco y como allí había mezquite que aun quedan vestigios de el, allí se plantaba dicho toro, era su cuartel generaL Y fue por lo que, mientras duro el cuadro del rancho, a ese brinco se le llamo El Brinco del Diablo. Bueno, pues en una de las veces que vino el Caifa a torear a Zamora que en ese tiempo estaba la plaza de toros a un lado de la estación ferrocarrilera, Gaona tuvo conocimiento del Adormidero y él supo con quien entendérselas y el toro vino a la plaza a ser toreado por Gaona. Pero la Patrona, Maria Dávalos, no permitió que lo mataran y el toro fue regresado al Llano. Después de haber demostrado su fina calidad.

Y entonces sucedió esto, que, como fuera mucha gente a ver torear el toro, y sobre todo los sirvientes; hablaron en una bocina mas o menos lo siguiente: Tenemos un novillo especialmente para los que vinieron del Llano a ver torear al Adormidero, y respondan por si hay o no quien le suba. Entonces Don Julián Hernández le dijo a Telesforo su hijo que se abajara y le subiera al novillo.

Telesforo andaba en los quince años. Le subio al novillo y al no poderlo tumbar, se dejo caer y se revolcó para quitarse al jinete de encima. Se le apilaron muchachos y muchachas, se hizo de amistades y ya no se fue para el Llano, se quedo en Zamora y con el tiempo se caso con una muchacha. alegre muy bonita, que cantaba en los Palenques y se llamaba Chole.

Don Julián Hernández, padre de Telesforo, sirviente de los Señores Dávalos, hombre cumplido y muy de su brazo, fue muerto por un caballo que después de tumbarlo lo arrastro.

                                                    LOS MORENO

En 1904 cayeron al Llano los señores Moreno procedentes de Chavinda, eran seis. Era Don Albino, Don Silvano, Don Florencio, Don Ricardo, Don Leonardo y Don Mariano. Este ultimo estaba enfermo de Lázaro. Mas como eran muy pegados a los patrones, los traían siempre en garcitas. A Don Ricardo se la dieron de velador, que por cierto le costo la vida. Ya en otra daré explicación. A Don Leonardo de capitán de avio y de cosecha, que nunca salió bien con sus trabajadores. A Don Florencio que es del que nos vamos a preocupar, se la dieron de vaquerito. Pues cierto día que le toco llevar los bueyes de remuda al medio día.

Como los yunteros estaban acostumbrados a correr porque era agarradero que el mismo capitán los formaba y no se arrancaban hasta que el capitán les daba el grito de arranque. Una tabla de por medio era el trecho que corrían; pero no podían agarrar dos bueyes buenos, no era permitido. Y si alguno lo hacia, le llegaba el vaquero y le decía: ¿Con cual de los dos te quieres quedar? Y no valían suplicas, tenia que soltar uno y pegar cualquier otro (porque con un buey bueno cualquier bueycillo trabajaba) Pues esa vez que a Don Florencio le toco llevar la remuda, cuando los yunteros se arrancaron, corrió a detenerlos con malas palabras y con un machete de montar en la mano. ¿Ya quien le fue a dar un golpe este santo hombre? Al mas delicado de todos, a Don Jesus Luna, que tambien hacia poco que los Lunas habian caido al Llano, procedentes de El Agua Santa, perteneciente a Guaracha. Pues esa vez, al darle el golpe a Don Jesus Luna, muchos fueron los que corrieron no al agarradero, sino a las garrochas y no tardo el hombre en ver su pecho rodeado de garrochas. Se abajo del caballo y se hinco pidiendo clemencia, mas Chema Luna, hijo de Don Jesus Luna, que estaba chicampiano en ese entonces, llego con una garrocha y le paso el lagarto del brazo derecho. Mucho tiempo duro para aliviarse y por eso se fue para Camucuato, propiedad en ese tiempo de los señores Davalos. Esto sucedió en Octubre de 1908 en la cajas, en la tabla que nombran de Don Tomas, que estaba paralela con el potrero de san Isidro. Yo la andaba sembrando a Francisco Ceja, hijo de Don Rafael Ceja y esposo de Concha Hernandez, hija de Julian Hernandez Don Asencio Gomez era el Capitan.

                       OTRO EPISODIO DEL AVIO

Un martes, como a mediados de Noviembre de 1913 se hallaba, el avio de yuntas en el potrero de El Llano que nombran las Carretillas a un lado de, la huizachera de San Rafael que entonces era pelillo, ya a horas de soltar va llegando el avío de Miraflores comandado por Don Fancisco Reyes a dar ayuda a El Llano. Porque el rancho de Miraflores era también de los Dávalos y pertenecía a El Llano Tenían por costumbre darse la mano, cuando en Miraflores necesitaban ayuda, iba el avio del Llano a sacarlos de apuro.

Así es que tanto unos como otros, conocían los bueyes buenos, de un lado y de otro. pues ese día llegaron, se saludaron los dos avíos, bromeábamos con ellos, porque nosotros les decíamos los Armadillos y ellos nos decian Los Jabalis, y no pocas veces hubo trompadas. Bueno soltaron y se les dijo que al dia siguiente no reconocieran porque era agarradero. Aunque hubiera agarradero tenian un gusto grande. El capitan los detenia y no habia arranque hasta que el daba la orden. Nosotros los sembradores tambien corriamos para ver que buey habia agarrado su yuntero y nos lo llevabamos mientras el agarrabo otro por ahí.

Un pañito o una garra les amarraban en la cola, y eso se respetaba.

Varias veces se adelantaba un vaquero para decirle al capitan, cual y cual buey traía novia. Entonces el capitán les decía a los yunteros: ¿Ya oyeron, muchachos? Si respondían todos. Pues eso no los detenía, agarraban dichos bueyes y gritaban: venga la novia ¿y que era la novia? Era un novillo de lo más dejado. Pero con aquellos bueyes tan buenos, tan acostumbrados a lidiar con novillos, que no dejaban que el novillo dejara la raya, que lo llevaban sujeto a su voluntad, sin cargarle, que a los novillos a medio quebrantar, sabían sobrellevarlos y los hacían trabajar; en fin, que nada mas hablar les hacia falta. Por eso al mediero que amansara un buey bueno, no se lo quitaban nunca. Solamente el encargado de los trabajos del colegio, podía quitárselo. y digo que podía quitárselo, por un caso que se registro Para los trabajos del colegio había dos yuntas de bueyes escogidos, esos bueyes no los pega­ ba nadie, era una casualidad que llevaran al animal de esos al avio, y cuando eso sucedía, todos querían uncirlo. El señor Ramírez, que mucho tiempo después estuvo trabajando en el Hotel, Reforma, aquí en Zamora, era el encargado en aquel tiempo de los trabajos del colegio y, pues en un reparto de bueyes, se presento el señor Ramírez para recibir las dos yuntas del colegio, El mayordomo, que era don Esteban López, le dijo que entrara y sacara los bueyes que acostumbraba, que eran: El Gringo, un buey pinto de bermejo, El Peinado, un buey amarillo, el Salta pared, un buey cojo, y el Naranjitas, también amarillo. Pero el Naranjitas, hacia poco había muerto. Así es que saco el Gringo, el Peinado y el Salta pared y se volvió a entrar a la yunta para ver cual le gustaba y reponer al Naranjitas. y que va saliendo con el Sereno, un buey negro bien encornado, frente blanca, muy bueno; que ero nada menos que del mayordomo, Don Estebon lópez. Él lo había amansado, por eso lo reconocia. Así es que Don Esteban le salió al encuentro, devolviendo el buey y diciéndole: Ese no, señor, ese es de mis labores. Me importa grillo, ese me llevo dijo el señor Ramírezy como se hicieran de palabras, el señor Ramírez tuvo que decirle que moderara sus razones si para el día siguiente quería andar todavía en aquel caballito. Entonces comprendió el señor mayordomo que estaba dándole topes a una roca. Se doblego y nunca mas se le volvió a ver al Sereno, en las labores de Don Esteban López.

LA LABOR DEL ZAPOTE

La labor del Zapote le decían a una labor de la loma que tenia un zapote en el centro, esto es, a media labor. Y como esa labor la sembraba el señor mayordomo de ese entonces, Don Leandro Cervantes, llevo las chivas de la Hacienda para que se la embonaran. Pues estando las chivas lejos del poblado, les cayeron cierta noche los amigos mal vivientes y se llevaron la mitad del ganado. Inmediatamente fue desti­ tuido del mando Don Leandro Cervantes, siendo Don Esteban López quien lo sustituye y dio orden de que las chivas fueran puestas en el cerrito de la Santa Cruz, alIado oriente del poblado. Fue entonces cuando Fortino Zúñiga compuso estos versos, de los cuales, pocas estrofas han llegado a estos días:

“Lo tumbo la burra”

En la labor del Zapote¿Qué desgracia sucedió?

Que por causa de las chivas La burra se lo tumbo.

Esperaba hacerse rico Con el embono que daban;

Sin pensar que estaban lejos Los ladrones les llegaban.

Alzo las manos la gente Cuando la garza perdió,

y más se regocijaron Cuando dicen que lloro.

Ese fue Leandro Cervantes El que a Cortes imito,

A Cortés lo consolaron,A este mal hombre no.

Hasta aquí la memoria mía sobre este rcorrido. y no creo haya quien tenga cosa alguna sobre este particular, el paso del tiempo acaba con todo. Fortino Zúñiga, quien compuso estos versos, a los que le soy fiel, esto es, que de mi cosecha no va nada, no es otro que el que traían en cuerda de la Magdalena, Mich. , Que Don Diego Dávalos, desafiando a los dueños de la Magdalena, lo puso en libertad.

y volviendo con el asunto de las Chivas, las cosas no terminaron ahí. .. Cierta noche cayeron los amigos de lo ajeno a llevarse las que quedaban, pero de ello tuvieron conocimiento los de la acordada, Chema Ochoa y Chon Cervantes. Cuando los ladrones llegaron, ellos ya los estaban esperando. Les hicieron fuego y al momento cayó uno, los de­ más corrieron ¿ y quien fue a caer? Un hombre del Llano: Irineo Medina. Hombre de bien y trabajador, que no sabemos porque causa tomo esa determinaciónLos mismos de la acordada lo llevaron a su casa, herido de muerte. Dios haya recibido su bendita alma. Somos humanos Y todos estamos expuestos a los vaivenes de la vida.                          

UN RATO DE GUSTO EN EL CAMPO

En 1909, ario en que cayeron los arados del 15 al Llano, se encontraba el avio de fierro, sembrando trigo, en el potrero del Guamúchíl su capitán era Don Inés Padilla. El avio de palo andaba en las Cajas y Don Leonardo Moreno era el capitán, Del día en que nos ocupamos era un lunes de la segunda semana de diciembre, del año ya mencionado, 1909. Entre las nueve y las diez de la mañana, vieron venir la música de Ario, que venia de La Esperanza, donde había tocado en una fiesta. y Don Inés Padilla, el capitán, les salió y los detuvo (porque todos eran conocido y amigos). Y dirigiéndose al director, que era Luis Vargas, le dijo si le podía hacer el favor de tacar una pieza para alegría del avio. Con mucho gusto, Don Inés, respondió:

Luis Vargas, Cual pieza quiere?

La Paloma, gritaron los del avio. La misma que tocaron.

Y Luis Vargas, que le gorgoreaba al pistón, con aquella gracia tan grande que Dios le dio, fue escuchado esa vez, no tan solo por los yunteros, también por una pequeña bandadita de tordos pecho amarillo que se poso en el guamúchil bajo el cual tocaba la orquesta. Guamúchil del cual no queda vestigio alguno, pero queda el potrero que lleva su nombre.

Después de tocar la Paloma, tocaron un Jarabe, que por cierto lo bailaron. José Alejandre y Martín González, José muy bueno para bailar Martín muy malo, y digo maIo, porque en Ario, un cuatro de Mayo, día que el pueblo festeja por ser día de Santa Mónica, Martín se metió a bailar a una lotería con una rnujer de Zamora, un jarabe, y cuando la gente comenzó a decir en alta voz: “Vamos más polla”, Martín se salió de la lotería dejando un guarache. Entonces Jesús Turriaga (muchacho del Llano), se entro a la lotería, le dio el guarache a Martín y se puso a bailar con la mujer, quitándole así la vergüenza de encima a Martín. Tal fue el que acompaño a José Alejandre a bailar el jarabe, en el potrero del Guamúchil. Después del jarabe, tocaron la Golondrina como despedida. Ida la música, cada cual volvió a su yunta rebozante de alegría, después de abrazar a su capitán y llevárselo gran trecho en hombros. Don Leonardo Moreno no dejo que su avío perdiera un segundo de trabajar, por oír la música … y circulaban habladurías indiscretas, acusando a Don Leonardo de haber llevado al patrón el chisme de la música; porque con él mismo mando llamar a Don Inés … y cuando estuvieron frente al patrón, que en ese tiempo era Don Diego Dávalos quien administraba la Hacienda del Llano, le dijo a Don Inés:

¿Que tuviste el avio parado medio día? Que por estar oyendo una música?

Quien sabe si haya sido más. Tocaron tres piezas, La Paloma, un jarabe y la Golondrina. Así es que hay usted tantéele el tiempo que se haya perdido. Yo soy el responsable, nadie más.

¿y les pagaste a esos músicos? Pregunto el patrón.

No, señor, no quisieron tomar unos centavitos que se les juntaron.

Entonces dijo el patrón:

Pues eso fue todo lo malo que sucedió, porque los instrumentos cuestan dinero; pero tu, tienes que ir inmediatamente a pagarla.y así diciendo le dio unas monedas de oro sin contarlas a Don Ines para que las llevara a Luis

Vargas, que era el director de la orquesta de Ario. Y con el rebujal que si iba corto se lo hiciera saber. Y esas horas fueron Don Inés Padilla y Don Leonardo Moreno a Ario, llevar el dinero, sin hablarse en todo el camino. Pero según eso, al llegar al rancho y enfilar cada cual para su casa, quien sabe cuantas cosas se dijeron.

Socorrito

Haciendo reminiscencias

En el vaivén, de la vida

Hallo digna de contarse

Aquella nota sentida

Que la ironía del dolor

Arrancaba vida misma

¿quién dice que el corazón

las grandes penas olvida

si mientras dura el recuerdo

la pena está siempre viva?

Con el apasible sueño

quien pasa a mejor vida.

Sólo se atenúan pesares

Cuando el corazón suspira.

En Davalos, Michoacán

En mi tierra tan querida,

Para un 12 de Diciembre

 магазин сковородокnikas отзывыцена смартфоновноутбуковдля чегоoltatravel работа по наполнению Se busco una señorita

Que representara el cuadro

De la aparicion bendita

De la reina de los cielos

De nuestra Madre Santisima

Que apareciera a Juan Diego

Donde hoy es la basilica.

Recayo aquella eleccion

En recatada damita

En Socorrito Gonzalez

De muy honrada familia

El cuadro vio quien escribe

Esta endecha dolorida

La vi reir con su madre

Que no quitaba de su hija

La tiernisima mirada

Que denota la gran dicha

Cuando se mezcla con lagrimas

La placentera sonrisa

Un mes despues de la fiesta

De aquella funcion lucida

Se despedia de nosotros

La señorita elegida.

Y volvi a ver a su madre

Pero esta vez abatida

Porque a su hija Socorrito

No la lloraba ya viva;

Si no tendida entre flores

Y para siempre dormida,

¡Pesar tormento del alma!

¿Quién de tu saña se libra?

Sólo se atenúan pesares

Cuando el corazón suspira.

Este poema fue dedicado a Socorro Gonzalez Ochoa hija de Ignacio Gonzalez y Maria Ochoa.